Kant. Manuel
    [961](1724-1804)

 
   
 


     Filósofo crítico y sumamente influyente en todos los tiempos, de gran trascendencia por sus actitudes éticas y por la interpretación que dio de los hechos y valores religiosos.
    Nació en Königsberg, en la Prusia oriental de entonces y hoy ciudad Kali­ningrado, en el Báltico. Se formó en su ciudad natal y en su Universidad. Estudio de todo, literatura, derecho, física y matemáticas, por lo que su cultura fue enorme. Se dedicó a ser docente privado para subsistir. En 1755, ayudado por un amigo, terminó sus estudios y se doctoró. Durante 15 años enseñó en la Universidad matemáticas y física y dio diversas conferencias de ciencia y matemáticas al principio y luego de filo­sofía.
    Se le concedió una cátedra de lógica y de filosofía en la universidad en 1770. Entregado a un trabajo sistemático y fiel durante los 27 años siguientes, fue cobrando prestigio y atrajo o muchos estudiantes interesados por sus planteamientos críticos y liberales.
    Las ideas religiosas nada ortodoxas de Kant, ni en clave protestante ni en clave católica, de corte racionalista y liberal, le crearon algunos obstáculos en su entorno. Y un día llegó la prohibición de escribir y de hablar de religión mientras vivió Federico Guillermo II, rey de esa nación. Kant, de carácter rigurosamente legalista y cumplidor, respetó la orden.

Pasó cinco años sin ejercer la docencia, pero siguió escribiendo sin publicar sus ideas y sus hipótesis religiosas y morales. Y al morir el rey, se sintió libre de su compromiso. En 1798, ya retirado de la docencia universitaria, publicó un epítome donde se contenía una expresión de sus ideas de materia religiosa: existencia de un Dios supremo, probabilidad de otra vida, libertad de la conciencia, autonomía de la ética al margen de las creencias, relatividad de las iglesias y de las doctrinas de cada religión. Murió el 12 de febrero de 1804.
    La base de su pensamiento es el modo de actuación de la inteligencia y la posibilidad de evitar el error que proviene de la mala actuación intelectual

   La piedra angular de la filosofía de Kant, a veces llamada criticismo formal, está en su Crítica de la razón pura (1781), en donde examina como se gesta el conocimiento humano. Habló primero de la estética trascendental: espacio y tiempo originados en la mente, desde los noúmenos recibidos en los sentidos. Paso a la analítica trascendental, que lleva a organizar lo recibido en juicios de cantidad, calidad, relación y modalidad. Y terminó en la dialéctica trascendental, explorando la mente que transforma lo recibido en ideas de tres tipos: interiores, propia de la psicología; exteriores, propias de la cosmología; superiores, pro­pias de la teología o teodicea.
    De esta manera se crea una epistemología individual, racional y totalmente terrena, en donde lo espiritual no pasa de ser una configuración interior, relativa y particular.
    En moral es donde más crece la originalidad kantiana y donde se gesta el campo de su mayor influencia social. En la Metafísica de la costumbres de 1797 Kant formula una ética basada exclusivamente en la razón. Sólo la inteligencia puede decir lo que es bueno o malo. Las religiones no tienen nada que hacer en este terreno. Y habla de su "imperativo categórico", absoluto, total: "haz aquello que, si lo hacen los demás, surge el orden". Y rechaza una ética "hipotética", condicionada por Dios: "Si Dios lo quiere, si Dios me premia, si Dios me castiga...".  Por lo tanto, la Etica se hace independiente de la religión y la razón humana se erige en última norma de moralidad.
   La ética de Kant es el resultado lógico de su creencia en la libertad individual, según afirmaba en su "Crítica de la razón práctica" de 1788. El bienestar interior de cada individuo es fruto del cumplimiento del deber. Todo legislador está obligado a "crear leyes que puedan proporcionar a la sociedad el orden y la paz", que son los dos valores éticos prioritarios en la ética autónoma kantiana. La referencia al Ser Supre­mo es ignorada con intención.
   En su tratado “Sobre la paz perpetua de 1795 Kant abogaba por el esta­blecimiento de una "sociedad mundial de estados republicanos", ya que las monarquías están más propensas a buscar sus bienes particulares que a interesarse por los sociales. Con esa idea política de base, es normal que su docencia no fuera bien vista por el mo­narca de su país, Guillermo II de Prusia. Kant veía en Alemania una nación pionera en los derechos humanos y en el orden internacional. Había saludado con esperanza la Revolución francesa, pero había quedado defraudado con la dictadura de Napoleón Bonaparte, cuyo final no llegó a conocer.
   Un sucesor de Kant en la Universidad de Königsberg, Johann Friedrich Herbart, fue el encargado de moderar sus ideas racionalistas en ética y en política, pero resaltando que la razón tiene más impor­tan­cia de la que le otorga cualquier siste­ma filosófico tradicional.
   Kant habló de muchas cosas más en sus obras. En su "Histo­ria universal de la naturaleza y teoría del cielo " sospechaba la for­ma­ción del universo a partir de una nebulo­sa originaria, hipóte­sis más tarde desarrollada por Pierre de Laplace. En sus "Prolegómenos a toda metafísica futura" (1783), presentaba la necesidad de vincular pensamiento y vida. En sus "Princi­pios metafísicos de la filosofía natural" (1786) y  en su "Crítica del juicio" (1790) discurría sobre la forma de desarrollarse el pensamiento humano. Y en su obra más explícita sobre el sentido y el valor de lo religioso: "La religión dentro de los límites de la razón pura (1793) diseñaba una visión moralista de lo religioso, desde una plataforma protestante en la que se había desarrollado su existencia.
   Su influencia posterior fue enorme, sin que él llegara a conocerlo en su vida metódica, silenciosa y "pacífica". Las principales corrientes filosóficas de los siglos XIX y XX se apoyaron luego en su “criticismo” radical, especialmente el idealismo alemán defendido luego por Schelling, Fichte y Hegel.